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MATUTE deslumbra en Barcelona con un show lleno de energía y nostalgia

Bienvenidos a uno de los shows más increíbles que se pueden encontrar en estos momentos en todo el panorama internacional de la música y es bajo la mano, la voz y los instrumentos de Matute.

La banda mexicana de música, desembarcaba nuevamente en Europa y desplegaba todo su talento y arte contenido en su interior en la sala Apolo de Barcelona, para hacer latir, cantar, vibrar, llorar, emocionarse y saltar a un respetable deseoso de escuchar himnos atemporales bajo la textura de estos héroes de la canción.

El show de Matute es un barco que nos hace atravesar y viajar a través de un océano de emociones y que conecta desde los primeros acordes con el respetable que va dispuesto a entregarse en cuerpo y alma y cantar junto a la banda, formando un karaoke al unísono que merece ser vivido y disfrutado como experiencia vital en esta vida.

El grupo pone a cantar a unos fans entregadísimos con verdaderos hits e himnos de los años 80. La banda, que se encuentra próxima cumplir las dos décadas de trayectoria y sigue llenando recintos de todo el orbe, corroborando que es una garantía absoluta de satisfacción con su potente e hipnótico directo.

Su concierto además de ser un fuego que se retroalimenta entre Matute y el público, es una verdadera ceremonia sonora donde los intérpretes, que han sido bendecidos con un talento increíble por parte de los dioses de la música, ejecutan magistralmente todos los éxitos que se encuentran alojados en el imaginario colectivo. El espectacular directo también dispone de unas visuales muy bien trabajadas, un sonido pulcro y unos músicos que demuestran todo su talento para delite de los presentes. Se puede definir su recital como apoteósico.

Repasaron en una noche histórica y que ha quedado albergado en el corazón de todos los fans, clásicos y más clásicos, de bandas legendarias como Hombres G, Enanitos Verdes, Soda Stereo y de una mexicana ilustre como Alaska entre otros.

Al concluir su concierto, Matute saludaba al respetable después de recibir una larga, atronadora y merecida ovación. Lentamente el público se retiraba, extasiado y satisfecho por lo vivido, con una sonrisa en su rostro.

No diga música, no diga clásicos de los 80, diga Matute.

Reseña por Mauro Nicolás Gamboa.

Fotografías por @fernandamawrphoto